Abrazando una Nueva Era en la Comprensión de Suplementos y Esteroides

En el ámbito de los suplementos y esteroides, a menudo ha existido una división en la percepción entre el público en general y la comunidad de culturismo, especialmente en lo que respecta a su seguridad. Aunque nos consideremos bien informados en el mundo del culturismo, debemos reconocer que en ocasiones también hemos dudado en reconocer la verdad, similar a los medios sensacionalistas o las narrativas gubernamentales impulsadas por la propaganda. Aunque nos abstenemos de difundir información engañosa o crear historias ficticias para beneficio personal, nuestra postura sobre la seguridad a menudo ha vacilado.

Uno podría esperar que con el paso del tiempo y el aumento del conocimiento, mostraríamos una mayor sabiduría en nuestro enfoque hacia el uso de drogas. Sin embargo, esto no siempre ha sido así. La generación que introdujo los esteroides anabólicos androgénicos (EAA) a la comunidad de culturismo inicialmente albergaba preocupaciones legítimas sobre su seguridad, dada la experiencia limitada con estas sustancias en ese momento. Médicos, investigadores y figuras influyentes como Vince Gironda abordaron el tema con cautela, reconociendo los beneficios para la construcción muscular, pero también considerando posibles efectos secundarios a largo plazo e internos. Las recomendaciones comunes incluían dosis más bajas y descansos obligatorios, pero no todos seguían estas pautas.

  • Para la década de 1970, muchos culturistas consideraban seguros los esteroides, con preocupaciones dirigidas principalmente hacia efectos secundarios cosméticos como la ginecomastia o la pérdida de cabello.
  • En este punto, nuestro conocimiento de los efectos de los EAA en el sistema cardiovascular, el hígado, los riñones y más era limitado.
  • Estos territorios inexplorados llevaron a muchos a perseguir sus objetivos de culturismo de manera optimista, a veces sin tener en cuenta la precaución.

En este período, el público en general permaneció en gran medida desinformado sobre los EAA, muchos desconocían estas drogas y sus efectos en el cuerpo humano. No fue hasta la década de 1980 que comenzó a formarse una brecha entre la opinión pública y la comunidad de culturismo. Esta brecha se ampliaría debido a la infiltración de la propaganda antiesteroides en los medios de comunicación, iniciativas gubernamentales e incluso en los planes de estudio escolares. Desafortunadamente, ambos lados no lograron presentar una postura competente durante este tiempo. Los culturistas minimizaban los riesgos para la salud, mientras que el público en general los exageraba, dando lugar a uno de los actos de propaganda de esteroides más influyentes en la historia estadounidense: la saga de Lyle Alzado.

Lyle Alzado, un destacado jugador profesional de fútbol americano, se hizo conocido por su tamaño, fuerza y comportamiento agresivo en el campo. A pesar de su uso a largo plazo de esteroides, permaneció en el ojo público después de su retiro, apareciendo en televisión, programas de entrevistas e incluso asegurando pequeños papeles cinematográficos. El diagnóstico de cáncer cerebral de Lyle en 1991 marcó un punto de inflexión. Desesperado por respuestas sobre su enfermedad, buscó un chivo expiatorio, y eligió los esteroides.