La vitamina C es un nutriente crucial, fundamental para prevenir o mitigar numerosas infecciones e inflamaciones, incluyendo resfriados, neumonía, brotes de herpes y más. Es instrumental en prácticamente todos los escenarios de curación que el cuerpo enfrenta, reduciendo eficazmente el tiempo de los procesos involucrados. En consecuencia, la incorporación de suplementos de vitamina C puede ser beneficiosa, especialmente si uno experimenta constantemente inflamación debido a entrenamientos rigurosos y regímenes dietéticos.

Lamentablemente, las prácticas agrícolas contemporáneas han llevado a la depleción de vitaminas y minerales esenciales en el suelo, lo que resulta en alimentos menos nutritivos en comparación con los disponibles hace unas cinco décadas. Para cumplir con la ingesta diaria recomendada y experimentar sus beneficios, se requeriría consumir grandes cantidades de alimentos específicos como guayabas, kiwis o cerezas de Barbados, lo cual es impráctico para la mayoría. Por lo tanto, se vuelve esencial suplementar con vitamina C. ¿Pero cuál es la dosis diaria ideal?

La ingesta óptima varía según el estilo de vida individual, pero en general:

  • 1-3 g/día es adecuado para personas que mantienen un estilo de vida equilibrado y saludable;
  • 4-10 g/día es aconsejable para atletas o personas expuestas a abundantes radicales libres, como los fumadores.

Varios suplementos ofrecen vitamina C en formas como ácido ascórbico, escaramujos, ascorbato de calcio, ascorbato de sodio y acerola. Aunque cada uno afirma tener una mejor biodisponibilidad, en realidad, todos son efectivos y en su mayoría económicos.

Aunque no hay estudios que indiquen toxicidad con una ingesta elevada de vitamina C, un consumo excesivo puede provocar problemas gastrointestinales como diarrea. Si surgen estas condiciones, se recomienda reducir la ingesta a una dosis diaria tolerable.

Beneficios Esperados

Los beneficios esperados de una ingesta adecuada de vitamina C incluyen:

  • Una mayor capacidad para prevenir el cáncer, sanar heridas y minimizar el daño causado por contaminantes como medicamentos y el humo del cigarrillo;
  • Alivio de infecciones respiratorias superiores y alivio de la constricción bronquial y dificultades respiratorias asociadas con alergias y asma;
  • Optimización del funcionamiento del sistema inmunológico y de los vasos sanguíneos saludables, lo que ayuda a mantener paredes arteriales limpias y reduce el riesgo de enfermedades cardíacas.
  • Unos niveles más elevados de vitamina C también inhiben la liberación de cortisona, una hormona del estrés que afecta los niveles de testosterona, llevando a un estado catabólico;
  • Mitigación de la inflamación, facilitando una mejor recuperación para las sesiones de entrenamiento posteriores.

Sin embargo, la vitamina C no opera de manera aislada en el cuerpo. Su eficacia, especialmente en dosis más altas, depende de la sinergia con otros nutrientes como las vitaminas del complejo B (específicamente B6 y B12), zinc, ácido fólico y colina. Por lo tanto, se recomienda un suplemento integral de multivitaminas y minerales.

Si prefieres consumir vitamina C a través de fuentes naturales, es crucial controlar la ingesta de carbohidratos, ya que muchos alimentos ricos en vitamina C, principalmente frutas y verduras, son ricos en carbohidratos, que deben tenerse en cuenta en los planes dietéticos.